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Las especies vulnerables, según lo definido por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se refiere a especies que enfrentan un alto riesgo de extinción en la naturaleza. Se les asigna un estado de conservación de "vulnerable" (VU) basado en varios criterios y evaluaciones realizadas por expertos en la UICN.
La vulnerabilidad está determinada por varios factores, como:
1. Tamaño y declive de la población: Las especies con poblaciones pequeñas y en declive son más susceptibles a la extinción. Puede ocurrir una reducción sustancial en su número debido a la pérdida de hábitat, la caza, los brotes de enfermedades u otras amenazas.
2. Restricción del rango geográfico: Las especies con rangos geográficos limitados son particularmente vulnerables. Esto se debe a que tienen menos opciones para moverse y adaptarse si su hábitat se pierde o degrada.
3. Fragmentación del hábitat: La fragmentación de los hábitats puede afectar significativamente las especies vulnerables. Sus poblaciones se aislan y se vuelven más pequeñas, lo que las hace más vulnerables a los problemas genéticos y los cambios ambientales.
4. Dependencia de recursos específicos: Las especies que dependen en gran medida de hábitats específicos, fuentes de alimentos o sitios de reproducción son más susceptibles a la vulnerabilidad. Si estos recursos críticos se ven afectados o perdidos, su supervivencia está en peligro.
5. caza, explotación y comercio: La sobreexplotación de especies vulnerables, incluida la caza de alimentos, pieles u otras partes del cuerpo, puede conducir a la disminución de la población. El comercio de vida silvestre ilegal amenaza aún más en muchas especies vulnerables.
La vulnerabilidad también puede estar influenciada por factores como el cambio climático, la introducción de especies invasoras, la contaminación y los desastres naturales.
Las especies enumeradas como vulnerables por la UICN son monitoreadas y estudiadas de cerca para determinar las mejores medidas de conservación. Los esfuerzos de conservación pueden incluir protección y restauración del hábitat, reducir las amenazas, la implementación de planes de recuperación de especies y crear conciencia sobre su estado de conservación.
Ejemplos de especies vulnerables incluyen el elefante africano, el panda gigante, la ballena azul y el leopardo de la nieve.