Los animales intermareales se han adaptado a los cambios constantes en su entorno. Deben poder tolerar ondas, corrientes y mareas, exposición al aire durante la marea baja, la desecación, las fluctuaciones de temperatura, los cambios de salinidad y la depredación. Muchos animales intermareales tienen estructuras o comportamientos especializados para ayudarlos a hacer frente a estos desafíos, como excavar, aferrarse a rocas o tener una piel gruesa que ayuda a retener la humedad.