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El sonido que escuchas cuando sostienes una concha de mar en tu oído no es en realidad el sonido del océano. Es el sonido de tu propia sangre que fluye a través del caparazón. La concha del mar actúa como resonador, amplificando el sonido de su flujo sanguíneo y creando la ilusión de que está escuchando el océano.
Aquí hay una explicación más detallada de lo que está sucediendo:
1. Cuando sostienes una concha de mar, el caparazón crea un espacio acústico cerrado. Esto significa que las ondas de sonido de su flujo sanguíneo están atrapados dentro del caparazón y no pueden escapar.
2. La concha del mar también actúa como resonador. Esto significa que amplifica ciertas frecuencias de sonido, al tiempo que suprime otras. La forma de la carcasa y los materiales de los que está hecho determinan las frecuencias resonantes.
3. Las frecuencias resonantes de una concha marina están típicamente en el rango de 200 a 400 Hz. Este es el mismo rango de frecuencia que el sonido del flujo sanguíneo humano.
4. Cuando las ondas de sonido de su flujo sanguíneo alcanzan la concha del mar, las frecuencias resonantes del caparazón se amplifican. Esto hace que el sonido de su flujo sanguíneo parezca más fuerte y más pronunciado.
Además del sonido de su propio flujo de sangre, también puede escuchar otros sonidos, como el sonido de las olas que se estrellan en la orilla o los gritos de las gaviotas. Estos sonidos en realidad no provienen de la concha del mar, pero están siendo amplificados por las frecuencias resonantes del Shell.
Entonces, la próxima vez que tengas una concha marina en tu oído, recuerda que en realidad no estás escuchando el océano. Estás escuchando el sonido de tu propia sangre que fluye a través de tus venas.