De hecho, los caracoles pueden sobrevivir sin comida durante largos períodos de tiempo, incluso hasta un año.
Cuando falta alimento disponible, los caracoles entran en un estado de letargo o estivación, durante el cual su tasa metabólica se ralentiza significativamente, lo que les permite conservar energía. Sellan sus caparazones con una capa de moco, lo que reduce la pérdida de agua y el gasto de energía. En este estado latente, el caracol depende de sus reservas de energía almacenadas para mantenerse.