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1. Peligro de asfixia: El chirriante puede obstruir las vías respiratorias del perro, lo que lleva a dificultad para respirar o incluso asfixia.
2. Lesiones internas: Si el chirriador es agudo, puede causar lesiones internas en la boca, la garganta o el tracto digestivo del perro.
3. Vómitos y diarrea: Comer el chirriante puede causar vómitos y diarrea debido al cuerpo del perro que intenta expulsar el objeto extraño.
4. Dolor abdominal: El chirriante puede causar dolor abdominal, incomodidad e hinchazón.
5. Perforación de los intestinos: En casos severos, los bordes afilados del chirriante pueden perforar los intestinos del perro, lo que lleva a peritonitis y sepsis.
6. Cirugía: Si el chirriante no puede pasar naturalmente y se aloja en el tracto digestivo, puede ser necesaria la eliminación quirúrgica.
Es importante tomar medidas inmediatas si sospecha que su perro ha comido un chirriante. Póngase en contacto con un centro de control de envenenamiento veterinario o animal de inmediato para obtener orientación y recomendaciones de tratamiento. No inducirá vómitos ni intente quitar el chirriante usted mismo, ya que esto podría causar más daño.