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Generalmente, no es costumbre dar propina al dueño de un salón de belleza, especialmente si es él también quien realiza los servicios de peluquería. Esto se debe a que el propietario generalmente se considera el propietario o administrador de la empresa y no le brinda directamente un servicio personal. En su lugar, normalmente le daría propina al estilista o técnico que proporcionó directamente los servicios capilares.