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Hay múltiples señales de que un gato puede estar triste o deprimido, que incluyen:
- Actividad disminuida: Un gato que normalmente es juguetón y activo puede convertirse repentinamente en letárgico y pasar la mayor parte del tiempo durmiendo.
- Pérdida del apetito: Un gato que es triste puede perder interés en la comida y dejar de comer por completo o solo comer pequeñas cantidades.
- Ocultar o evitar a las personas: Un gato triste puede esconderse debajo de muebles, en armarios o en otros espacios oscuros y cerrados. También puede evitar a las personas por completo o solo interactuar con ellas brevemente antes de huir.
- Cambios en la vocalización: Un gato triste puede maullarse menos de lo habitual o sus maullidos pueden sonar débiles o tristes.
- Pobre aseo: Un gato triste puede dejar de cuidar su apariencia y su pelaje puede estar enmarañado o sucio.
- Problemas de caja de arena: Un gato triste puede comenzar a usar la caja de arena fuera de la caja o dejar de usarla por completo.
- Comportamiento antisocial: Un gato triste puede dejar de jugar con otros gatos o puede comenzar a intimidarlos.
- Agresión aumentada: Un gato triste puede volverse más agresivo de lo habitual, especialmente hacia personas u otros animales.
- autolesionada: Un gato muy deprimido puede comenzar a morder o sacar su propio pelaje o causarse otras lesiones.
Es importante recordar que no todos los gatos mostrarán todos estos signos cuando estén tristes. Además, algunos de estos signos pueden ser causados por otras afecciones médicas, por lo que es importante llevar a su gato al veterinario si le preocupa su salud.