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Los dos animales que fueron traídos a Nueva Zelanda por los primeros humanos y causaron la extinción de muchas aves, incluido el águila gigante, son la rata polinesia (Rattus exulans) y el Kiore (Rattus norvegicus).
Estas dos especies de ratas fueron introducidas en Nueva Zelanda por los primeros colonos polinesios hace unos 1,000 años. Rápidamente se establecieron y se extendieron por todo el país, aprovechando las aves nativas, sus huevos y polluelos. El águila gigante (Hieraaetus moorei) fue una de las aves de presa más grandes y poderosas en Nueva Zelanda y no tenía depredadores naturales. Sin embargo, no pudo defenderse de las ratas y fue impulsado a la extinción dentro de unos pocos cientos de años de su llegada.
La introducción de ratas a Nueva Zelanda tuvo un impacto devastador en la población nativa de aves. Muchas especies fueron impulsadas a la extinción, y las que sobrevivieron a menudo se redujeron a una fracción de sus números anteriores. La pérdida de estas aves tuvo un efecto profundo en el ecosistema de Nueva Zelanda, y todavía se siente hoy.