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Las aves son animales de sangre caliente, lo que significa que mantienen una temperatura corporal constante independientemente de la temperatura de su entorno. La temperatura corporal promedio de la mayoría de las aves está entre 101 ° F y 105 ° F (38 ° C y 41 ° C). Algunas especies más pequeñas, como los colibríes, pueden tener una temperatura corporal tan alta como 120 ° F (49 ° C).
La alta temperatura corporal de las aves ayuda a mantenerlas activas y mantener un metabolismo rápido. Las aves necesitan mucha energía para volar, por lo que necesitan poder generar mucho calor. Su alta temperatura corporal también les ayuda a mantenerse calientes en el clima frío.
Las aves tienen varias adaptaciones que los ayudan a mantener su alta temperatura corporal. Una adaptación es su gruesa capa de plumas. Las plumas ayudan a aislar las aves y mantenerlas calientes. Otra adaptación es su sistema circulatorio. Las aves tienen un sistema circulatorio muy eficiente que ayuda a distribuir calor en sus cuerpos.