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Pérdida y fragmentación del hábitat
El factor principal que contribuyó al peligro del lobo rojo es la pérdida y la fragmentación de sus hábitats naturales. Las actividades humanas como la urbanización, la agricultura y la tala han reducido significativamente la gama histórica del lobo rojo, que una vez abarcó el sureste de los Estados Unidos. A medida que sus hábitats se vuelven cada vez más fragmentados, las poblaciones de lobo rojo se aislan, lo que lleva a una menor diversidad genética y una mayor susceptibilidad a diversas amenazas.
caza y persecución
La caza indiscriminada y la persecución de los lobos rojos fueron contribuyentes significativos a su disminución de la población. Los lobos rojos a menudo fueron atacados por cazadores y cazadores que los veían como una amenaza para el ganado y las especies de caza. Se ofrecieron recompensas por asesinatos de lobo rojo, incentivando aún más su persecución.
Hibridación con coyotes
La entrega entre lobos rojos y coyotes es otro factor que ha contribuido al estado de extinción del lobo rojo. Los coyotes han expandido su rango a áreas previamente ocupadas por lobos rojos, y la hibridación entre las dos especies ha resultado en la dilución de la integridad genética del lobo rojo. Esta hibridación representa una amenaza para la conservación y el distintivo genético del lobo rojo.
Enfermedad y parásitos
Los lobos rojos también son susceptibles a diversas enfermedades y parásitos que pueden contribuir a su disminución de la población. Enfermedades como el moquillo canino y el parvovirus canino pueden propagarse rápidamente a través de poblaciones de lobo rojo, causando una mortalidad significativa, especialmente entre las personas jóvenes. Además, los parásitos como las pulgas, las garrapatas y los gusanos pueden debilitar los lobos rojos y hacerlos más susceptibles a otras amenazas.
disminución de la población y reducida la diversidad genética
Como resultado de estos factores combinados, la población de lobo rojo experimentó una disminución dramática, alcanzando números extremadamente bajos a mediados del siglo XX. Esta disminución resultó en una diversidad genética reducida, lo que comprometió aún más la resiliencia y la capacidad de la especie para adaptarse a las condiciones ambientales cambiantes.