Muchos animales de tundra tienen pelaje grueso y denso que les ayuda a resistir el frío extremo del entorno ártico. El pelaje actúa como aislamiento, atrapando bolsas de aire que proporcionan calidez. Además, el pelaje de algunos animales de tundra cambia de color con las estaciones. Por ejemplo, el pelaje del zorro ártico es blanco en el invierno y marrón o gris en el verano. Esta adaptación ayuda al camuflaje del zorro en sus alrededores. Además, algunos animales de tundra tienen pelaje hueco o tienen una textura esponjosa, que proporciona un aislamiento adicional.