La erupción del Monte Pinatubo en 1991 tuvo un impacto significativo en la vida de los animales en la región:
Mortalidad directa :La erupción en sí causó mortalidad inmediata y generalizada de animales. Los flujos piroclásticos, las nubes de cenizas y los lahars (flujos de lodo volcánicos) dieron como resultado la muerte de numerosos animales atrapados dentro de la zona de erupción. Muchos animales fueron enterrados vivos, sofocados por las cenizas, o barridos por los flujos de lodo.
Pérdida y fragmentación del hábitat :La erupción alteró drásticamente el paisaje, lo que resultó en la pérdida y fragmentación de los hábitats. Los bosques fueron destruidos, los pastizales estaban cubiertos de cenizas y los ecosistemas acuáticos fueron interrumpidos por los flujos de lodo. Esta destrucción del hábitat desplazó a muchos animales e interrumpió sus nichos ecológicos naturales.
Disrupción de la cadena alimentaria :Las consecuencias de las cenizas volcánicas y la interrupción de la vegetación afectaron la disponibilidad y la calidad de las fuentes de alimentos para los animales. Los herbívoros enfrentaron desafíos para encontrar suficientes áreas de pastoreo, mientras que los carnívoros lucharon por encontrar presas debido a la reducción de las poblaciones de herbívoros. La interrupción de las cadenas de alimentos tuvo efectos en cascada en todo el ecosistema.
Estrés y enfermedad :La erupción y sus consecuencias causaron mayores niveles de estrés en los animales debido a los cambios repentinos en su entorno y los desafíos de la supervivencia. El estrés puede comprometer los sistemas inmunes, haciendo que los animales sean más susceptibles a las enfermedades. Además, las nubes de cenizas podrían causar problemas respiratorios e infecciones oculares en los animales.
preocupaciones de conservación :La erupción y sus impactos expresaron preocupaciones por el estado de conservación de las especies endémicas y en peligro de extinción en la región. Muchas especies que tenían poblaciones limitadas o requisitos de hábitat específicos eran particularmente vulnerables a los efectos de la erupción. Los esfuerzos de conservación se intensificaron para proteger estas especies y mitigar los impactos a largo plazo de la erupción.